martes, 28 de diciembre de 2010

Un mes después.

Después de un mes sin fumar, la desesperación continua por no estar fumando, ha desaparecido. Ya no tengo esa sensación de necesitar continuamente tener mi cigarrillo cueste lo que cueste, pero la verdad es que de vez en cuando me acuerdo de él de forma muy intensa.
Hay ocasiones, sobre todo momentos del día y situaciones, en las que no se decir si necesito fumar o mi cuerpo recuerda que el hábito en ese momento era fumar.